Las decisiones que tomás, ¿están golpeando tu bolsillo?

Dormir “cinco minutos más”, que se convierten en media hora… o una. Haber optado por esos “cinco minutos más” evitó que pudieras esperar la ruta y te forzó a buscar un taxi, o hizo que en lugar de desayunar en casa y llevaras tu almuerzo, tuvieras que gastar en ambos.

¿Agua del filtro, o embotellada?, ¿usar el aire acondicionado o el abanico?, ¿arreglarme las uñas yo, o ir al salón de belleza?, ¿comprar o no esa prenda que probablemente sólo me pondré en una ocasión?, ¿invertir o no parte de mi salario en un pequeño negocio?, ¿crear una versión física de mi tienda en línea? Son tantas las decisiones que tomamos en el día a día y todas, en mayor o menor medida, tienen que ver con dinero, aunque no siempre lo veamos así.


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Buenas o malas decisiones,  las elecciones que hacemos a cada minuto inciden directamente sobre nuestro bolsillo y es por ello que hoy quiero mostrarte cómo éstas pueden ayudarnos a tener unas finanzas saludables, o también pueden mantenernos en aprietos por siempre.

Las decisiones responden a las emociones: y cuando nos sentimos muy mal, estresados, tristes o enojados, tomamos las peores decisiones para nuestro bolsillo. Por ello primero debés comprender que cada paso que damos responde a una decisión que tomamos, y una vez que tengás claro eso, apoyate de la educación financiera para que tus nuevas decisiones sean mejores y abonen a un futuro más próspero.

¿Cómo lograr que tus decisiones vayan enfocadas en lograr que tus finanzas sean más saludables? Fijate objetivos, metas, y cada vez que vayás a tomar una decisión que de algún modo involucre dinero, preguntate si va o no de la mano con esos objetivos que te has propuesto. Las decisiones financieras no deben tomarse por impulso o por presión, deben ser bien pensadas, dejemos de hacerlo a la ligera.

Cada vez que se presenten estas situaciones, preguntate objetivamente: ¿esto va a sumar o va a restar en mi billetera?, ¿Cómo ésta decisión puede afectar mi vida? Si va a restar, ya sabés cuál será la respuesta. Sacá cuentas y tomá decisiones más inteligentes.

Y cuando vayás a tomar decisiones financieras de más peso, como hacer tu plan de pagos para salir de deudas (aquí podés hallar una calculadora de cuotas), o si vas a analizar las condiciones que te ofrecen para un crédito de vehículo, o si debés hacer recortes en tu presupuesto, te recomiendo hacerlo en las primeras horas de la mañana, cuando el cerebro está más activo y fresco.

Y, en la medida de lo posible, evitá al máximo someterte de manera innecesaria a tomar decisiones. Como sugiere Trent Hamm, autor del sitio de educación financiera estadounidense The Simple Dollar: si en tu día a día te enfrentás a situaciones que te pueden hacer gastar de más (como pasar por una cafetería o una librería), evitalo, hacé cambios en tu rutina.


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Como siempre te insisto: una persona informada tomará mejores decisiones y el paso a paso para que tus decisiones abonen a tu salud financiera es:

  • Planteate metas. Que estas sean específicas, alcanzables y medibles.
  • Informate. Buscá toda la información relacionada a esa meta. ¿Querés una casa?, entonces ¿qué debo tomar en cuenta para adquirir una, ¿cuánto va a costar, ¿qué opciones de financiamiento hay? Mientras más bagaje tengás sobre determinado tema, mejores decisiones tomarás.
  • Evaluate. Revisá con frecuencia qué decisiones fueron atinadas y cuáles no, cómo podés hacer cambios y retomá las experiencias de las buenas decisiones.

Después de leer esto, ¿vas a seguir durmiendo “cinco minutos más”, si sabés que eso implicaría una serie de gastos que desestabilizarían el plan que trazaste para lograr tus metas financieras? La decisión está en tus manos.


 

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